Dinar-conferència Cambra de Comerç Luso-Espanyola
Lisboa, 19 de juliol de 2007
Buenas tardes,
Bona tarda,
És per a mi un motiu de satisfacció estar amb tots vostès, en aquesta reunió de la Cambra de Comerç Luso-Espanyola a Lisboa. I poder compartir una estona i unes reflexions sobre les relacions econòmiques entre Portugal i Catalunya.
Las relaciones entre España y Portugal -hoy en día, dos países socios y amigos– han pasado a lo largo de los años, de los siglos, por diferentes estadios. Lo saben ustedes y lo conocen.
La historia reciente
Vecindad y rivalidad, colaboración e ignorancia mutua, pactos y enfrentamientos, son palabras que definen una historia y unas realidades. Afortunadamente hemos superado los conceptos negativos para quedarnos solo con los positivos.
Durante gran parte del pasado siglo compartimos, ambos países, el dudoso honor de albergar dos largas dictaduras. Hasta que llegó la democracia gracias a unos procesos -distintos en cada caso-, pero que fueron reconocidos en todo el mundo como ejemplares. Sin violencias, sin sobresaltos, y aceptados por la gran mayoría de la población.
Hoy día gozamos, en toda la península, de sistemas democráticos parlamentarios ya consolidados, que han superado varias alternancias políticas, y homologables con los de cualquier país de la vieja Europa.
Con la democracia bien asentada, nos integramos plenamente a la Unión Europea. La entrada de Portugal y España en 1986 –ya son más de 20 años- representó que el flanco sudoeste de Europa formara parte de la Europa comunitaria, y no quedara segregado de ella como en otras épocas.
La afirmación de la democracia y la incorporación a Europa han dado unos frutos indiscutibles. Han ayudado al desarrollo económico y al aumento de la calidad de vida de nuestros conciudadanos.
En ambos países, la agricultura, la industria, el medio ambiente, las infraestructuras, las relaciones comerciales,… han experimentado transformaciones importantes, muy positivas, después de dos décadas de pertenencia a la Unión.
Nuestras economías son hoy día más diversificadas y más abiertas. La competitividad y la modernización han contribuido eficazmente al paso de unas economías cerradas y autárquicas a las más dinámicas y desarrolladas que hoy tenemos. Unas economías que son complementarias en algunos aspectos. Me referiré a ello enseguida.
La realidad de la economía actual, cada día más globalizada e interdependiente, nos obliga a la abertura de los mercados. A la internacionalización sin fronteras.
Internet y las redes de telecomunicación nos traen toda la información deseada y aún más de la que podemos asimilar. El acortamiento de las distancias físicas entre países y continentes -gracias a los nuevos medios y sistemas de transporte- nos acerca unos a otros como nunca antes se había conocido.
Relaciones económicas
En este marco, para el Gobierno de Cataluña constituye un objetivo fundamental tener relaciones positivas, continuas y privilegiadas con los países cercanos. Por eso, Portugal es un país prioritario para la política exterior catalana.
Compartimos espacio geográfico y político: la península y Europa, y ambos estamos interesados en la multipolaridad política y económica de la propia Península Ibérica.
Portugal es uno de los socios comerciales más importantes de Cataluña. Ante este distinguido foro empresarial quisiera incidir en ello en mi discurso.
Más allá del ámbito económico, existe actualmente una cooperación intensa en asuntos culturales, y queremos que esta se amplíe en terrenos como la educación, el conocimiento de nuestras lenguas (el portugués y el catalán), el turismo, la ciencia o los medios de comunicación y audiovisuales. Hoy mismo podré visitar la exposición del artista catalán Ràfols-Casamada, organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
Este viaje -mi primer viaje oficial al exterior desde que soy Presidente, después de dos visitas a la capital europea y una visita a Roma con motivo del 50 aniversario de la Comunidad Europea- quiere dar cobertura institucional a las relaciones ya existentes, y sin duda, articular nuevos proyectos para los dos países.
Estamos construyendo una agenda bilateral que ayude a estructurar unas relaciones ya de por sí fluidas y dinámicas.
Exportaciones e inversión en ambos sentidos
Portugal fue durante el año 2006 el cuarto cliente de las exportaciones catalanas, sólo detrás de Francia, Alemania e Italia. Con un total de 3.650 millones de euros, las ventas en Portugal supusieron el 7,7% del total de las exportaciones de Cataluña al exterior, y un 10% de las ventas a los 25 países de la Unión Europea.
Entre los productos más exportados por Cataluña a Portugal se encuentran los automóviles, la maquinaria y material eléctrico, las manufacturas de plástico, artículos de confección e instrumentos de óptica.
Con respecto a las importaciones, Cataluña importó por un valor de 1.736 millones de euros, cifra que hizo de Portugal el undécimo país de origen de las importaciones catalanas. Y lo que es más destacable, estas cifras crecieron un 54% respecto del año 2005.
Los principales productos importados por Cataluña son las prendas de vestir, los automóviles, maquinaria y material eléctrico y las manufacturas de aluminio.
En Portugal están presentes numerosas empresas catalanas, como algunas de productos alimentarios, y otras compañías en diversos sectores como bebidas espumosas, editoriales, financieros, laboratorios y cerámicas. No en vano, la inversión catalana representa la mitad de la inversión española en este país.
El Consorcio de Promoción Comercial de Cataluña (COPCA) tiene un Centro de Promoción de Negocios en Lisboa, operativo desde el año 1989, que ha asesorado a más de 200 empresas en su introducción en el mercado portugués, tanto desde la vertiente comercial, como la de implantación.
El trabajo logrado durante estos 18 años incluye numerosas acciones de búsqueda de canales de distribución para las empresas exportadoras catalanas a Portugal, búsqueda de personal especializado y, también, puesta en marcha de proyectos más ambiciosos como búsqueda de partners locales para acometer proyectos conjuntos y participación activa en implantaciones directas en el país.
Y por lo que respecta a la inversión portuguesa en Cataluña, en el período 2003-2006, ha sido de más de 130 millones de euros. Una cifra relevante, que aún puede crecer.
Destacan en este período empresas del sector químico, del textil y de automoción. Más allá de estos casos concretos, empresas editoriales, turísticas o logísticas ya están operando en Cataluña.
Estos datos son motivos sobrados para reforzar nuestra presencia institucional en Portugal, como la entrada de Banif en Banpime. Es por ello, que potenciaremos la oficina del COPCA en Lisboa y promoveremos misiones empresariales conjuntas.
En el ámbito de la innovación, queremos que todos los agentes participen en los nuevos proyectos de cooperación, que estoy seguro que surgirán. Con la intención de ser más concreto, permítanme tan solo dar dos pinceladas, una catalana y otra portuguesa:
• Cataluña está realizando, a través de Biocat una apuesta fuerte por consolidarse como núcleo biotecnológico a nivel europeo, como una bioregión líder donde interactúen sectores y disciplinas. En Portugal, con un sector agroalimentario muy interesante, seguro que podremos encontrar socios y compañeros de viaje. Les invitamos a participar.
• Portugal está promoviendo el Laboratorio Internacional Ibérico de Nanotecnologías. Catalunya ofrece su colaboración para participar en este proyecto, que como sucedía en el anterior caso, tiene también ambición de convertirse en centro de excelencia a nivel europeo.
Retos económicos
La reunión especial del Consejo Europeo de marzo de 2000 concibió lo que se conoce como “Agenda de Lisboa”, y fijó un objetivo estratégico global para la Unión Europea en el horizonte 2010:
“Convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible, con más y mejores puestos de trabajo y con mayor cohesión social.”
Esta estrategia ha representado de una manera clara y fehaciente un punto de inflexión en la construcción europea.
Para lograrlo debemos realizar la transición hacia una economía del conocimiento mediante la mejora de las políticas de la Sociedad de la Información y de Investigación más Desarrollo (I+D), así como la aceleración de reformas estructurales relativas a la mejora de competitividad e innovación, y la culminación del mercado interior.
No hay subterfugios ni atajos a largo plazo, la cadena de valor está clara. La apuesta por la innovación nos llevará a un incremento de la productividad de la economía y, sin duda, será esta mejora la que nos llevará a consolidar, ampliar y modernizar el modelo social europeo que tanto esfuerzo nos ha costado.
Un modelo social que ha de tener dos pilares básicos, la educación y la lucha contra la exclusión social.
Y en esto también estamos unidos. Los Gobiernos de Portugal y de la Generalitat de Cataluña tienen una apuesta común: Investigación más Desarrollo más innovación (I+D+i), Educación y empleo.
Para competir en la Unión Económica y Monetaria, y en el mercado mundial, se necesita masa crítica y dimensión. En este sentido, la cooperación entre empresas y la inversión son determinantes.
Cataluña como principal motor económico y exportador de España es una excelente plataforma de expansión para cualquier empresa que esté decidida a entrar en el mercado mediterráneo y europeo.
Y también para aprovechar un entorno empresarial competitivo, con clústers relevantes en el textil, la automoción, el sector agroalimentario o la química fina. Clústers que se proyectan ya hacia los nuevos mercados asiáticos, como puntas de lanza de una economía tan abierta como la catalana.
Asimismo, Portugal aporta a la economía catalana, y a la española en su conjunto, una excelente penetración en un gran país como Brasil -lleno de posibilidades- y en los países africanos en los que tiene influencia.
Europa como referente
Quisiera dedicar ahora unas palabras a la construcción y a la realidad europeas.
La Unió Europea ha cumplido ya 50 años. Si la Europa de los padres fundadores era un proyecto, "un sueño" de largo recorrido, hoy podemos hablar ya de un sueño que da unos frutos muy apreciados.
Podemos dar fe de lo que la Unión ha significado en términos de modernización, de progreso, de estabilidad, y especialmente de consolidación del sistema democrático.
Por eso les hablo de "sueño", y de realidades tangibles. Europa es el nombre que damos a una forma ambiciosa, creativa, -si quieren idealista, pero bien fundamentada- de enfocar los problemas políticos más importantes.
Podemos decirlo alto y claro: han sido cincuenta años de éxitos. De avances decididos, de progresos sólidos, y también de pausas prudentes y reflexivas, como la del momento presente.
Les quiero manifestar, con todo mi convencimiento, que en Cataluña apostamos por un modelo de Europa fuerte y solidaria, próxima a los ciudadanos y transparente, más democrática y más diversa. Como también hace Portugal.
Las políticas europeas han penetrado profundamente en Cataluña, y Cataluña, a su vez, ha hecho aportaciones importantes a la construcción europea. Como las ha hecho -sin duda, y de manera muy notable- Portugal, que en estos momentos preside de nuevo el Consejo Europeo, y tiene un portugués en la presidencia de la Comisión.
Cataluña ha promovido que los principios de subsidiariedad y proximidad se instalen cada vez más en el núcleo central de la Unión.
En Cataluña hemos apostado por una Unión que mire, también, al sur. Hemos apostado por la creación de un espacio de cooperación política, intercambio comercial y diálogo cultural en el Mediterráneo.
Continuaremos defendiendo la subsidiariedad y la proximidad como ideas consubstanciales en nuestra noción de Europa. Como la mejor manera de construir una Unión fuerte, legitimada y efectiva.
Nadie puede poner en duda que España y Portugal comparten vocación europeísta.
Europa nos ha dado estabilidad, crecimiento económico y ha sido un apoyo clave en nuestro desarrollo.
Entramos juntos en 1986 a la Comunidad Económica Europea. Entramos tarde, después de etapas dictatoriales y de llegar a la democracia más tarde que nuestros vecinos europeos.
En cambio, permítanme decirles que no hemos hecho tan mal las cosas en estos últimos 20 años. Hemos pasado de incorporarnos tarde a entrar con el grupo de cabeza en la Unión Económica y Monetaria.
Por todo ello la construcción europea nos importa, nos atañe y nos compromete. Queríamos más Europa y vamos a tenerla. Con los siempre difíciles y complejos procesos de negociación de un Tratado, pero llegaremos. Y Cataluña y Portugal también estarán juntas en esto.
Deseo que la actual presidencia de Portugal sea positiva, y estoy convencido que lo será. Así como en el año 2000 este país dejó su impronta en la agenda europea, todos esperamos que en esta ocasión, en esta nueva singladura de la Unión Europea, también sabrá dejar su sello de una manera efectiva.
Nuestra historia común y los avatares que hemos superado nos han conducido hasta el presente, a unas sociedades modernas y tolerantes, a unas generaciones preparadas y competentes, y a unas economías en continuo desarrollo. A pesar de los problemas conyunturales que podemos tener en algunos sectores, ahora es el momento de la buena vecindad, del entendimiento (entesa, en catalán), de la cooperación, de los negocios en el mejor sentido de la palabra.
La pertenencia común a Europa, de pleno derecho y como los primeros, nos da un plus imprescindible. Con Europa somos mucho más, y podemos avanzar con paso firme.
Es pues desde este gran proyecto -no sólo continental, sino de alcance mundial- que Cataluña, España en su conjunto y Portugal, podemos desarrollar nuevas potencialidades en nuestras relaciones económicas, comerciales y culturales.
Estamos no bom caminho. E estou certo que saberemos transitar por os novos roteiros que se nos abrem no mundo de hoje com determinaçao e eficiência, criando riqueza, progresso e entendimento.
É o meu desejo para o bem dos nossos paises e dos cidadaos aos quais servimos.
Muito obrigado.
Muchas gracias.